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Los índices europeos están inmersos en un estado de incertidumbre general que les impide tomar una dirección definida. Esta situación lleva un tiempo vigente por lo que quizá empieza a cundir el desánimo y se nota un progresivo incremento de la presión bajista.
El soporte de los 3.260 puntos, que aguantó en diciembre y enero, se vio roto en febrero, aunque dicha rotura fue relativamente leve, puesto que el precio osciló alrededor del suelo sin acabar de definir sus intenciones. A principios de febrero asistimos a un rotura algo más firme, cuyo pullback al antiguo soporte acabamos de completar. Esta resistencia podría ser el inicio de un nuevo impulso bajista que debemos vigilar con precaución, puesto que ya no hay soportes claros que puedan sostener al precio hasta pasados los 3.000 puntos.