Bitcoin atraviesa una fase clave del ciclo. Tras fracasar el intento de ruptura de los 90.000 USD, el precio se ha estabilizado en la zona de 86.000–87.000 USD. No es una corrección caótica, sino un movimiento de digestión tras un rally muy exigente y una caída previa violenta. El mercado está en miedo, pero no en pánico. Y esa diferencia importa.
Lo relevante ahora no es solo el precio, sino quién está comprando y quién no.
El aplazamiento de una ley clave sobre criptomonedas en el Senado de EE. UU. ha sido el catalizador inmediato del rechazo en los 90.000 USD. El mercado leyó más incertidumbre regulatoria y aprovechó para recoger beneficios antes de cerrar el año.
La reacción fue clara: Bitcoin retrocedió con orden, mientras las altcoins sufrieron mucho más. Ese comportamiento refuerza una idea importante: cuando el riesgo sube, el capital se refugia en Bitcoin y reduce exposición al resto del mercado cripto.
No es una señal de huida total. Es una señal de selección.
El contexto macro sigue siendo el telón de fondo. El mercado aún digiere la caída desde los máximos y observa con lupa los próximos datos de inflación y los movimientos de los bancos centrales. El Banco de Japón es especialmente sensible: cualquier giro más agresivo en tipos podría generar otro episodio de estrés global.
Los indicadores de sentimiento están en niveles de miedo extremo. Históricamente, no son zonas cómodas para comprar a ciegas, pero sí áreas donde el dinero paciente empieza a construir.
En el muy corto plazo hay ruido: grandes transferencias tanto hacia exchanges como fuera de ellos. Eso indica actividad, no dirección clara.
Pero si se amplía el foco al último mes, el mensaje cambia. Las grandes carteras han aumentado exposición aprovechando la corrección. No es un movimiento impulsivo, es acumulación progresiva.
Cuando el mercado minorista reduce riesgo por miedo, las manos fuertes suelen hacer lo contrario. Y ahora mismo encaja con ese patrón.
Otro dato clave es el comportamiento del Bitcoin al contado. En las últimas sesiones se ha registrado salida neta de BTC de los exchanges. Menos Bitcoin disponible para vender no implica subidas inmediatas, pero sí reduce la presión estructural de oferta.
Es un ingrediente típico de fases de construcción de suelo, no de capitulación final.
El dato más claro llega por el lado institucional. Los ETFs de Bitcoin al contado en EE. UU. registraron fuertes entradas netas en la última sesión, lideradas por grandes gestoras. Esto ocurre justo después de varios días de salidas, lo que refuerza la lectura de “comprar la corrección”, no de abandono.
Además, el posicionamiento en futuros sigue mostrando a los grandes participantes netamente largos en términos agregados. No hay huida del capital profesional.
Bitcoin no está en modo euforia. Tampoco en modo colapso. Está en una fase de digestión, con precio lateral, sentimiento negativo y flujos que apuntan a construcción más que a destrucción.
El riesgo sigue existiendo, especialmente por el macro, pero los datos duros dicen que el dinero grande no se está yendo. Está esperando.
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