La creación de 119.000 empleos, muy por encima de lo previsto, demuestra que el mercado laboral enfría, sí, pero desde una posición de fuerza. El tirón viene de sanidad, restauración y servicios sociales, mientras manufactura, transporte y empleo federal recortan. Es el clásico cuadro de “rotación”, no de colapso. Para las acciones, esto reduce el miedo a un aterrizaje brusco: consumo y sectores ligados a servicios se apoyan en esta resistencia del empleo. La contrapartida es que la Fed tendrá menos prisa por bajar tipos de forma agresiva.
Resultado probable: menos volatilidad extrema, pero un mercado más selectivo, premiando empresas con crecimiento real y poder de fijación de precios.
El repunte de la tasa de paro al 4,4%, máximo desde 2021, manda un mensaje claro: el mercado laboral ya no es intocable, aunque sigue lejos de un colapso. Aumenta el número de desempleados, pero también la participación, así que no es solo destrucción de empleo, es más gente buscando trabajo. Para Bolsa, esto mete más presión a la Fed para acercarse al recorte de tipos, pero con matices: si el paro sigue escalando, el relato pasará de “aterrizaje suave” a “riesgo de frenazo”.
En ese escenario, sufrirían primero cíclicas y bancos; ganarían defensivos y grandes tecnológicas apoyadas por expectativas de tipos más bajos.
Las solicitudes iniciales en torno a 220.000 muestran que el goteo de despidos sigue siendo limitado, pero el salto en las peticiones continuadas revela otra cosa: cuesta más encontrar trabajo nuevo. El mercado laboral no se ha roto, pero pierde velocidad. Para la renta variable es un dato mixto: por un lado, respalda la idea de menos presión salarial y abre la puerta a una Fed algo más dovish; por otro, sugiere que el consumo podría enfriarse en los próximos trimestres.
En Bolsa, esto suele traducirse en mejor comportamiento relativo de grandes compañías de calidad frente a small caps y sectores muy cíclicos.
El índice de la Fed de Filadelfia sigue en negativo, con pedidos y envíos flojos, mientras los costes de los insumos vuelven a apretar. Mala combinación a corto plazo para márgenes industriales. Lo positivo está en las expectativas: las empresas anticipan más actividad y algo más de inversión a 6–12 meses vista. Para el mercado, esto encaja con un ciclo manufacturero que podría estar cerca del suelo, pero aún sin confirmación.
Las acciones industriales y de materiales podrían tener recorrido si los datos futuros validan este giro, aunque por ahora el inversor exigirá descuentos y balance sólido antes de comprar el rebote.
El avance mensual del salario medio se modera al 0,2%, por debajo de lo esperado, pero la tasa interanual sigue en torno al 3,8%. Es decir: menos tensión táctica, pero un ritmo todavía elevado si lo comparas con una inflación objetivo del 2%. Para Bolsa, el mensaje es relativamente constructivo: reduce el miedo a una nueva oleada de subidas de tipos y alivia algo la presión sobre márgenes empresariales.
Beneficia sobre todo a growth y tecnología, muy sensibles a la narrativa de tipos. Pero mientras los salarios no bajen otro escalón, la Fed mantendrá el discurso de prudencia y eso limitará las fantasías de recortes agresivos.
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