El oro ha vuelto a situarse en el centro de todas las miradas. El precio de oro alcanzó esta semana un máximo histórico cercano a los 3.650 dólares por onza , una cifra que no solo refleja la fortaleza del metal, sino también la creciente debilidad del dólar y las expectativas de una Reserva Federal más moderada.
El detonante fue un informe de empleo en Estados Unidos más débil de lo previsto. El mercado laboral, hasta ahora el gran sostén de la economía, muestra signos claros de enfriamiento. La consecuencia inmediata: los inversores descuentan tres recortes de tipos de interés antes de que acabe el año, con la primera rebaja de 25 puntos básicos ya prácticamente asegurada para la reunión de la Fed de la próxima semana. Incluso hay quienes empiezan a apostar por un movimiento más agresivo de 50 puntos básicos.
Esta expectativa es gasolina pura para el precio oro . La lógica es sencilla: tipos más bajos reducen el costo de oportunidad de mantener activos sin rentabilidad como el metal, mientras que un dólar más débil multiplica la demanda internacional. No es casualidad que el índice del billete verde se mantenga en torno a los 97,4 puntos , cerca de mínimos de siete semanas.
Pero los tipos no son el único factor. El oro también brilla por su papel clásico de refugio. La incertidumbre derivada de los aranceles estadounidenses y los riesgos geopolíticos siguen alimentando la búsqueda de activos seguros. Además, los bancos centrales mantienen un apetito insaciable por el metal, acumulando reservas que presionan aún más alza el precio.
En lo que va de año, el oro acumula una subida del 39% . Ese rally se explica por una mezcla de factores: debilidad del dólar , compras institucionales, una política monetaria cada vez más moderada y un entorno global marcado por la inestabilidad. Para el inversor, el mensaje es claro: el oro no solo es un seguro frente a shocks, también se ha convertido en una apuesta rentable en un mundo de incertidumbre.
La atención inmediata estará puesta en los datos de inflación de esta semana: el IPP el miércoles y el IPC el jueves. Cualquier señal de que los precios siguen bajo control reforzará el escenario de recortes de tipos y, por tanto, podría dar un nuevo impulso al metal.
En resumen, el precio del oro refleja hoy mucho más que una moda pasajera. Es el termómetro de la confianza en el dólar, el barómetro del miedo geopolítico y el activo clave para entender hacia dónde se mueven los grandes capitales globales.
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