La bolsa japonesa vivió una jornada histórica con el Nikkei 225 superando los 44.000 puntos por primera vez, aunque posteriormente tras los nuevos máximos se ha dado la vuelta y ha pasado a territorio negativo.
El detonante fue la inesperada dimisión del primer ministro Shigeru Ishiba , anunciada el domingo. Su salida llega tras semanas de tensiones dentro del partido gobernante y el desgaste acumulado desde la derrota en las elecciones del año anterior. Aunque la noticia en principio podría haber aumentado la incertidumbre política, los mercados interpretaron la transición como una oportunidad de renovación en un contexto de fortaleza corporativa.
La política japonesa se encuentra en un punto crítico. Mientras se abre el debate sobre quién liderará el Ejecutivo, Japón busca consolidar su posición frente a Estados Unidos en el terreno comercial. El reciente acuerdo entre ambos países redujo de forma significativa los aranceles a la importación de vehículos nipones, pasando del 27,5 % al 15 % , un respiro notable para la industria automotriz. A cambio, los coches producidos en suelo estadounidense tendrán entrada directa en Japón sin exigencias adicionales de homologación. Este pacto se percibe como un paso adelante para aliviar fricciones y apoyar la competitividad de las exportaciones japonesas.
En el plano bursátil, el liderazgo lo asumieron los valores tecnológicos. Advantest se disparó un 6,6% , mientras que Tokyo Electron y Disco sumaron un 3,5% y un 1,9% respectivamente. Estas compañías, claves en la cadena de semiconductores y equipos de precisión, se benefician del aumento de la inteligencia artificial y de la sólida demanda global de chips. A su vez, el repunte fue acompañado por los sectores industrial, financiero y de consumo, reforzando la idea de que la subida del Nikkei no responde a un fenómeno aislado, sino a un amplio movimiento de mercado.
La reacción positiva del mercado refleja la confianza en que la economía japonesa mantiene un rumbo sólido, apoyada en el dinamismo exportador, el empuje tecnológico y la mejora de sus relaciones comerciales. Además, la dimisión de Ishiba abre la puerta a un nuevo liderazgo capaz de reforzar la estabilidad política y aprovechar el viento de cola internacional.
En definitiva, el Nikkei 225 y el Topix no solo marcan cifras récord, sino que envían un mensaje claro: Japón sigue en el radar de los grandes inversores globales, con un mercado bursátil que combina dinamismo interno, impulso tecnológico y una posición estratégica en la economía mundial.
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